Panorama político bonaerense: El desfiladero de Axel Kicillof

Con el acuerdo con el FMI a punto de cerrarse, el gobernador hace equilibrio entre el rol institucional, la necesidad de financiamiento y las dudas por el impacto en tarifas y el revalúo. El mal humor por la señales poco claras de Guzmán. La relación de esa postura con su intento de reelección y el rol que están asumiendo los intendnetes del interior. La batalla del Senado, con CFK como actora en las sombras

Legislatura bonaerense (foto archivo)

Por Andrés Lavaselli

Con un ojo puesto en las dudas que le genera el manejo de la negociación y el impacto electoral que pueda tener, pero también consiente las imposiciones de su lugar institucional y de las necesidades del financiamiento de la provincia, Axel Kicillof eligió un estrecho sendero de equilibrio entre kirchneristas y albertistas para definirse sobre el único tema que importa aquí y ahora en la política argentina: el acuerdo con el FMI.

Hay varias explicaciones para ese posicionamiento, pero de todas ellas una es ineludible: el Gobernador se plantó como precandidato a la reelección, una posición que intenta fortalecer lo más rápidamente posible, convencido de que sufrirá un fuerte embate interno.

El escenario elegido para sentar esa posición fue la Asamblea Legislativa, un evento que tuvo lugar antes de que Martín Guzmán cerrara el entendimiento técnico con el Fondo y del que, aseguran en su entorno, Kicillof no conoció detalles hasta que ingresó a Diputados, donde comenzará a discutirse este lunes.

Mientras, este fin de semana, puso a su equipo económico a estudiar con lupa el articulado. Hasta que ese análisis no se complete no habrá posiciones tajantes. Por ahora, se mueve en la línea argumental que entiende el acuerdo como “mal menor”, que también ensayó su par santacruceña Alicia Kirchner y el ministro del Interior, el camporista Eduardo De Pedro.

Es el camino del kirchnerismo duro pero que respalda. Un dato relevante: Kicillof informa de todos sus movimientos a Máximo Kirchner, el abanderado del rechazo en el oficialismo.

Pero eso no quiere decir que Kicillof no tenga dudas y críticas. Insiste, por caso, en que Guzmán negoció dos años bajo la promesa interna de que estaba trabajando en una reprogramación de deuda cuando lo que terminó cerrando fue una refinanciación. La diferencia esencial entre una y otra cosa es que la segunda impone revisiones trimestrales que se prolongarán en pleno período preelectoral.

Además, hay otros dos grandes temas que generan muchas dudas a Kicillof: Uno son los aumentos de tarifas, tanto por el impacto en el conurbano de los que ya se conocen como por el modo en que deberá manejar los del interior –incluidas los de las cooperativas- cuya determinación le corresponde y de los que se sabe poco hasta ahora. El revalúo inmobiliario, que abre la perspectiva de una disparada del impuesto a las propiedades el año que viene, es el otro motivo de preocupación.

Esas fueron las razones de superficie de su advertencia sobre que en la provincia “no hay lugar para el ajuste”. No son las únicas. El convenio de financiamiento por $75 mil millones que firmó con Nación 24 horas después de la advertencia, sugiere que la merma de giros a las provincias que implica el acuerdo tal vez no lo impacte tanto.

Más bien, Kicillof abrió un paraguas político, quiso dejar en claro, al interior de su espacio, que comprender la necesidad de un acuerdo no implica ser cómplice de un ajuste. No le habló solo al albertismo: más allá de la coordinación con Máximo y de la convivencia razonable con Martín Insaurralde, el Gobernador no quiere dejar resquicios para ataques futuros, cuando llegue el momento de los discursos electorales.

La insistencia en el plan 6 por 6, que lanzó en diciembre, según él insiste con el visto bueno de CFK, completa el cuadro. La idea es instalarse de antemano como pre candidato a la reelección, para que en todo caso sea explícito que tendrán que “bajarlo” de ese lugar.

Lo motivaron movidas recientes, algunas un poco torpes. 1) La versión de que podría ser candidato a segundo senador detrás de CFK. 2) La de un desdoblamiento electoral. 3) La idea de una pre candidatura presidencial para disputar contra Sergio Massa. Para darle espesor político a su posición, Kicillof trabaja una alianza política con CTA, ATE y sectores de UPCN, y comienza a recostarse en algunos intendentes. Secco (Ensenada) y Paredi (Mar Chichita) ya pidieron en público otro mandato. Zurro, de Pehuajó, le insiste en privado, al igual que Acervo (Daireaux), que lo instó a retomar las recorridas por el interior. Ese territorio, que tiene relativamente pocos votos, es el elegido para comenzar el trayecto porque allí cada adhesión que se recupera vale dos.

Mientras, el Senado es escenario de una puja con Cristina como actora en las sombras. La vice, piedra de toque del Gobernador sobre todo en el Conurbano (donde algunos intendentes también le han regalado gestos pero aunque allí tallan muy fuerte Máximo y sobre todo Insaurralde), quiere ir a fondo con el affaire de la “Gestapo Antisindical”. Cristina impulsa no solo el jury Contr el procurador Julio Conte Grand que –de modo testimonial-  se moverá en Diputados en los próximos días.

También, la quita de fueros al senador Juan Pablo Allan, alineado con Patricia Bullrich y presente en el video que destapó el escándalo. Allan presentará una declaración espontánea ante el juez Ernesto Kreplak y cree estar protegido porque el oficialismo no reúne los dos tercios necesarios que la Constitución y el Código procesal (la Provincia no tiene ley de fueros) exigen para suspenderlo. Pero Teresa García, mano derecha de Cristina, estudia otros mecanismos, administrativos y legales, por los cuales confía en abrir una brecha para que avance el magistrado.