“Los padres de la Patria nos convocan a la unidad nacional y a terminar con las grietas”

Por Carlos Antonio Gorosito

Los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en la casa de Doña Francisca Bazán de Laguna, habían comenzado a sesionar el 24 de marzo de 1816. Se habían convocado en la ciudad de San Miguel de Tucumán para hacer realidad dos palabras potentes y de profundo contenido en nuestra lengua, como lo son Libertad e Independencia.

El 25 de Mayo de 1810 le dijimos al concierto de las naciones del mundo de entonces que queríamos ser un pueblo libre e independiente. Pasaron años de debates, de luchas internas, de choques, de miradas opuestas sobre el rol que debía cumplir el nuevo Estado surgido del Movimiento de Mayo hasta que declaramos nuestra Independencia.

Hace 204, el martes 9 de julio de 1816 presidió las deliberaciones del Congreso de Tucumán el representante de San Juan, Don Francisco Narciso de Laprida (a él le había tocado en turno hacerlo durante el mes de julio). Sin duda estábamos asistiendo a otra fecha fundante de nuestra Patria.

Ese día formuló a los representantes reunidos en la histórica casa la siguiente pregunta: “¿Si quieren que las provincias de la Unión fuese una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli?” Habíamos dado un paso trascendental: habíamos Declarado Nuestra Independencia.

Pocos días después, en sesión del 19 de julio, el diputado Pedro Medrano hizo agregar la expresión “y de toda otra dominación extranjera” y esta no es una expresión menor dado que otras potencias como Gran Bretaña y Portugal acechaban sobre estas tierras.

Muchos y muchas fueron protagonistas centrales de la construcción de esta etapa embrionaria de la Argentina: San Martín, Belgrano, Güemes, Moreno, Castelli, Bernardo de Monteagudo, entre muchos otros, y también Juana Azurduy, Macacha Güemes, Mariquita Sánchez de Thompson, María Loreto Sánchez de Peón Frías, Manuela Pedraza, Pancha Hernández, Martina Céspedes, María Remedios del Valle, entre muchas otras.

Ellos, ellas, muchos y muchas que quedaron en el anonimato hicieron posible que ese histórico día le dijéramos a los libres del mundo que también nosotros habíamos tomado la decisión de ser libres.

Han pasado dos siglos de aquella histórica fecha. La Argentina es hoy lo que es, quizás porque somos como somos, pero es la Argentina que tenemos y todos al mismo tiempo siempre proclamamos que la queremos soberana, justa, fraterna, próspera e inclusiva. Desde el fondo de nuestra historia, estamos signados por las antinomias y el antagonismo: Saveedristas y Morenistas, Unitarios y Federales, radicales y peronistas, conservadores y progresistas, izquierda y derechas, etc. etc.

Este 9 de julio de 2020 nos encuentra con una pandemia universal que nos acecha vilmente, con problemas estructurales que no se resuelven desde hace décadas, con altos niveles de pobreza y exclusión, con el problema eterno de la deuda, y con una sociedad agrietada donde de uno y otro lado de la línea divisoria nos empecinamos en echar leña al fuego.

Creo que fue el escritor Octavio Paz (1914-1998) quien dijo: “Los mexicanos descienden de los aztecas; los peruanos, de los incas, y los argentinos, de los barcos”.

Tal vez tenga razón porque el flujo inmigratorio al que invitamos desde el Preámbulo de nuestra  Constitución  Nacional fue  significativo en la  conformación de nuestra Patria.

“Crisol de Razas” hemos dicho que somos y lo somos. Hablando de que descendemos de los barcos metafóricamente es momento de pensar que todos estamos en el mismo barco y que navegamos en aguas  procelosas y podemos naufragar.

Podemos estar a babor o a estribor de la embarcación, o si vale la expresión al “centro”, pero cualquiera sea nuestra ubicación en el barco tenemos que hacer todo lo posible para que la Proa  nos conduzca al destino de prosperidad y de inclusión que nos merecemos, en nuestra Patria no debe ni puede haber náufragos.

El legendario director de cine italiano Federico Fellini (1920-1993) en 1983 estrenó la película titulada “Y la nave va” que guionó junto a Tonino Guerra sobre el mundo de la ópera y las luchas de poder a principios de siglo XX.

El film culmina con el hundimiento de la nave (la sociedad misma) mientras los pasajeros huyen en botes salvavidas al son del coro de “la fuerza del destino” de Verdi y de Debussy, en una poética danza tragicómica.

A 204 años  de la declaración de nuestra Independencia, el objetivo debe ser que la nave no zozobre, debemos hacer el esfuerzo para que Argentina sea una tierra de promisión, en honor a nuestros Padres Fundadores y a todos los que murieron por nuestra Libertad e Independencia debemos hacer que entre nosotros reine la confraternidad, aunque opinemos muy distinto sobre los problemas del país.

Que el desafío como país sea siempre una sociedad justa, pluralista, democrática e inclusiva. Que las diferencias  siempre se zanjen en las urnas. Que abandonemos definitivamente la grieta. Que comprendamos cabalmente que “no podemos ser felices unos sin los otros y ciertamente nunca unos contra los otros”.

Unidad no significa uniformidad. Aunque parezca que marchamos hacia la utopía, tomemos el camino de la unión nacional. No tomemos el camino a hacia una sociedad distópica, porque nos podría esperar este epitafio: “Aquí yacen los argentinos: muertos y divididos”.

En este día tan importante para los argentinos, los padres de la Patria y los próceres de nuestra independencia, nos convocan a la unidad nacional. 

Carlos A. Gorosito, ex intendente municipal de Saladillo (1991-2015)