Una postal repetida, un problema sin solución.
Este domingo las motos volvieron a “adueñarse” de las calles de 25 de Mayo, y generaron cientos de críticas y cuestionamientos de los vecinos que, ante la caravana que recorrió las calles de la ciudad, reclamaron algún tipo de presencia municipal o policial, que brilló por su ausencia.
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La falta de controles eficaces, así como la inconsciencia de quienes circulan en motovehículos de manera temeraria y sin respeto por la vida propia y las ajenas, quedó nuevamente de manifiesto. ¿Habrá que acostumbrarse también a esta nueva normalidad?
Sin dudas, no son escarmiento suficiente las muertes jóvenes, algo que los veinticinqueños conocen muy de cerca por los numerosos casos, el último de ellos hace apenas un par de semanas atrás. La imprudencia se lleva vidas, pero aun así el dolor no alcanza para generar conciencia.
Las motos son en la actualidad el problema más grave del tránsito de las ciudades. Un vehículo económico, de por sí inestable, poco visible y muy vulnerable, potencia sus posibilidades de siniestralidad cuando la responsabilidad del conductor no acompaña, poniendo en riesgo a propios y terceros.
En razón a la verdad, el Gobierno municipal ha incrementado los controles. Sin embargo, son ineficaces o resultan ineficientes. ¿Y la Policía? Porque también a la luz de lo presenciado este domingo, hay una falla expresa que compete a ambos, con una ausencia total de respuesta a un problema por demás visible.
Lo que queda claro además, es que las multas y las sanciones no terminan siendo una solución. Tal vez lo sean en algún punto para las arcas municipales, pero está demostrado que no impactan en el tránsito.
La sanción no es la respuesta a un problema que al parecer, con la llegada de la temporada primavera-verano, parece agravarse en la ciudad de 25 de Mayo. La educación vial sigue siendo pilar fundamental para resolver este inconveniente. Eso sí, mientras tanto hay que hacer algo.
