Contaminación sonora: ¿cuál es el impacto en la salud?

Expertos alertan a la población sobre los efectos adversos del ruido y cómo puede llegar a afectar el normal desenvolvimiento de las tareas cotidianas.

Bocinas, motores, frenadas, gritos, trabajos en la vía pública, música en los comercios o en la calle, parlantes y la lista continúa. Cuando la intensidad del ruido es excesiva o se prolonga demasiado en el tiempo, puede llegar a afectar el desenvolvimiento normal de las actividades cotidianas, pudiendo causar problemas de salud.

En general, suele haber más tolerancia hacia este tipo de contaminación que a la generada por la basura y otros tipos de desechos tóxicos, ya que de manera progresiva los ruidos se han vuelto parte del entorno.  La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce el ruido ambiental, como un problema de salud creciente que afecta a más de 1000 millones de personas en edades comprendidas entre los 12 y los 35 años.

Por eso, desde DIM Centros de Salud, el doctor especializado en otorrinología, Marcelo Rinaldi, explica cómo detectar y prevenir los daños que este tipo de factores externos pueden causar a la salud.

“En condiciones normales una conversación entre dos personas se da con una intensidad de 60 decibeles. Cuando los sonidos superan los 100 decibeles, se consideran de alta intensidad y es cuando estamos en presencia de lo que se conoce como contaminación sonora, la exposición aguda o crónica a este tipo de ruidos puede generar daños permanentes en la audición”, detalló el especialista.

Para determinar el grado de molestia de un ruido, debe considerarse tanto la intensidad sonora como el tiempo de exposición. También influyen las características del sonido y la sensibilidad individual. El ruido suele tener un componente subjetivo, ya que al ser vivenciado negativamente por una persona puede producirle efectos adversos en la salud.

La presencia de zumbidos o silbidos que se escuchan en uno o en ambos oídos sin que exista una fuente exterior de sonido, se conoce como acúfenos, y son la señal más frecuente que alerta al paciente ante la pérdida de la sensibilidad auditiva. Otros síntomas son la irritabilidad a los sonidos intensos, el dolor de oídos y en algunos pacientes, el síndrome vertiginoso. Cuando la exposición es crónica se produce una disminución progresiva de la audición y la aparición de acúfenos en algún momento de la evolución”, señaló.

Ante la presencia de alguno o varios de estos síntomas, deben tomarse las medidas preventivas a tiempo para evitar daños, que en algunas ocasiones pueden resultar irreversibles.

Grupos de riesgo

-Las personas más vulnerables a ser afectadas por este tipo de padecimientos son los pacientes con antecedentes heredo familiares de hipoacusia, los que presentan diabetes o enfermedades metabólicas crónicas, los que tienen antecedentes de enfermedades neurodegenerativas o de enfermedades otológicas crónicas o desde la infancia.

-Otros grupos de riesgo, son las personas que trabajan en ambientes ruidosos sin la protección auricular adecuada, como los trabajadores de la industria y las metalúrgicas y el personal que trabaja en lugares en donde se realizan espectáculos musicales.

-También hay una alta presencia de este tipo de afecciones en los jóvenes que utilizan los celulares con auriculares en un volumen elevado.

-Los niños y los adultos mayores son grupos tradicionalmente susceptibles de padecer afecciones ante las exposiciones a la contaminación sonora.