Años y días de periodismo

La pluralidad de ideas reflejadas en un medio periodístico es sumamente importante desde siempre

Por Jorge GARAVENTO

Qué expresar en una fecha tan significativa para quienes abrazamos esta hermosa profesión periodística, indudablemente gratitud a nuestros lectores por ser fieles y comprensivos ante las situaciones de readecuación que efectuó La Mañana y continúan cada viernes abriéndonos sus puertas y corazones.

Desde la realidad que enfrentamos por estos tiempos, en el día del periodista 2020, hay poco para festejar y mucho para reflexionar, por el hoy y por lo que vendrá, en una sociedad que acelera comportamientos y actitudes en la acción rutinaria de cada jornada.

En cuanto a recapacitar son muchas las variables, pero la extremadamente suprema la constituye el compromiso que tiene cada trabajador de prensa ante la sociedad en su conjunto, basado en la investigación, el trabajo honesto y teniendo como horizonte la búsqueda de la verdad, donde vale la pena recordar el himno religioso, que señala: “Seamos contantes en la búsqueda de la verdad y seamos fieles a ella”.
Es indudable que el hecho de desarrollar la actividad periodística durante 38 años, casi todo ese periodo en La Mañana, hace que sinsabores de por medio, uno sienta apego por el camino iniciado a mediados de junio de 1982, y el diario sea parte del quehacer cotidiano y –porque no decirlo- de nuestra vida, en mi caso puntual.

Recuerdos surgen a cada instante, de los adversos siempre hubo un aprendizaje, de cada apresuramiento juvenil que conlleva a un error, existe un giro de timón, porque se trata de sumar. De aquellos principios y valores inclaudicables, jamás uno debe apartarse, no por un gesto caprichoso, sino porque hay convicciones muy definidas y que se construyeron pacientemente y enfrentando momentos ingratos.

En lo personal fue logrado porque a la mayoría del periodismo del interior tres décadas atrás, nada se le hacía fácil, ni tampoco recibía nada servido, había que construir el propio camino hacia un destino. Esto no hace al periodista de otra época, superior a nadie, sino con otra formación que incorpora y al menos –a esta altura de las circunstancias- es gratificante que se respeten criterios y posiciones aún en los disensos, que deben tener como mínimo un marco de adultez.

Como en esta patria todo cambia y se renueva, bienvenido que así sea si es con el espíritu de superación, porque hemos asistido en los últimos años a un peligroso juego en el cual se ha puesto en duda de tal forma el papel del periodista que ha arrastrado –en algunos casos- a la profesión en momentos de zozobra durante mucho tiempo.

Quizás por eso valga esa frase que los periodistas españoles dijeron el día de la libertad de expresión: “Sin periodista no hay periodismo y sin periodismo no hay democracia”. De todos modos, en este bendito país seguimos trabajando en libertad, muchas veces soportando ser señalados arbitrariamente, en ámbitos donde se instala de manera tajante el concepto de “amigo-enemigo”, desde una perspectiva que se orienta a querer tener “un periodismo obediente y sumiso”.

Mariano Moreno, afirma en 1810: “La verdad, como la virtud, tienen en sí mismas su más incontestable apología; a fuerza de discutirlas y ventilarlas aparecen en todo su esplendor y brillo: si se oponen restricciones al discurso, vegetará el espíritu como la materia; y el error, la mentira, la preocupación, el fanatismo y el embrutecimiento, harán la divisa de los pueblos, y causarán para siempre su abatimiento, su ruina y su miseria”.

Esas afirmaciones tan vigentes, deben estimular la pasión y el alma del periodista para continuar adelante, ubicándose en lo logrado a través de los años, adaptándose a la realidad, donde la vertiginosidad de estas épocas hace que la información adquiera dinamismo y en determinada circunstancia, se pierda de vista el contenido, precisamente porque son otros tiempos.

No es momento en esta fecha, para obviar los cuestionamientos de la ciudadanía al periodismo militante, donde se ha profundizado claramente la grieta. Si se defiende algo, fanáticamente sin la menor pluralidad, se deja de ver y buscar la verdad. La intransigencia e intolerancia no favorecen absolutamente en ningún ámbito de la sociedad, pero en el terreno periodístico ha causado daño, con serias consecuencias, entre ellas el desprestigio.

El aprendizaje indica que la mejor noticia no es siempre la que se da primero, sino que muchas veces la que se da mejor, y eso no puede tener una mirada fanática y caprichosa como se ha impuesto de manera ideológica en los últimos años.

Además de orientarse en la búsqueda permanente de la verdad, y enfrentar la injusticia y acercarse a la objetividad poniendo como norte el rol del periodismo, quien lo ejerce es un ciudadano comprometido con la realidad de su país o ciudad, y como tal, se asume como un actor social con determinada relevancia contando con las herramientas responsables y un espacio privilegiado para impulsar el cambio social.

Es entonces ahí donde deben fortalecerse esos principios, porque la ciudadanía necesita de esos valores que nunca debió perder ante las exigencias de quienes a cada instante juzgan nuestra tarea.

La pluralidad de ideas reflejadas en un medio periodístico es sumamente importante desde siempre, pero no debe ir acompañada de la mediocridad disfrazada, sin un sustento que evidencie contenido cierto a los temas abordados, porque en caso contrario estaríamos asistiendo a un buen envoltorio de regalo, totalmente vacío en su interior, donde vale la penar recordar aquello que “los pies mejor calzados, son los que andan en peores caminos”, quedando enmarcado en un periodismo cómplice, con rasgos pocos claros, que se aleja de sus principios básicos.

Este 7 de Junio, es digno enviar un saludo a los colegas de Roque Pérez y la región, para seguir constante en la búsqueda de la verdad y brindar a todos una información justa, veraz y real. ¡Feliz día del periodista!